Actualizado el miércoles, 13 diciembre, 2017
En esta ocasión les comparto una recopilación de textos breves del libro «Maridos» de la autora mexicana Ángeles Mastretta, que escribe sobre las relaciones de pareja en todas las edades con un sentido de humor sutil y algo ácido.
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«MARIDOS» de Ángeles Mastretta
“De oficina a oficina”
A las nueve de la noche, Amalia, llevaba 11 horas de trabajo de parto. Tenia la palidez de una hoja en blanco y el cansancio la había dejado en un silencio que solo interrumpía su respiración sin rumbo. Entonces su marido llegó de la oficina con la corbata bien anudada y el cabello en paz. Se la quedó mirando, le puso una mano en la mejilla y dijo: -No te imaginas qué día tan pesado he tenido.
“Razón de sobra”
Soñó que se encontraba con la novia de su marido y no la mataba. Siempre había tenido ganas de apretarle el pescuezo siquiera un ratito. Ganas de encajarle una piedra de su collar en la tráquea, pero nunca pensó que se la encontraría porque sus mundos quedaban tan lejos que si ella hubiera vivido en Bagdad y no en la colonia vecina, de todos modos hubiera estado más cerca de Bagdad. No caminaban las mismas calles a la misma hora, ni buscaban la sombra bajo los mismos árboles, ni el sol les ahuyentaba el mismo frío. Por eso no la mató.
“Feliz”
Quería que su marido le dijera bonita y que su amante le dijera querida. Imposible.
Así las cosas los dejó a los dos y se compró un espejo grande y las obras completas de Mozart. Nunca fue mas feliz que aquel verano azul.
“Pérdidas”
A veces el rumor de la nostalgia le subía desde los pies hasta la frente. Y desde las orejas hasta el ombligo algo ardiente le iba corriendo bajo la piel hasta que le brotaba un sudor tibio que en lugar de aliviarla la ponía al borde de un ataque de llanto. Todo eso empezó a pasarle cuando un hombre que era dos al mismo tiempo desapareció de su vera como de pronto amaina un temporal.
– Eso es la menopausia -le dijo su hermana tras oírla describir aquella sensación de angustia repentina-. No tiene nada que ver con la pérdida del animal esquizofrénico que se te fue. Por drástica que te parezca la pérdida de un marido, nunca devasta como la pérdida del estradiol.
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